Desde pequeños sabemos que durante el año debemos adaptarnos a diferentes temperaturas y condiciones de clima. En verano, sentimos mucho calor y vamos a la playa o a lugares más frescos. En invierno llueve mucho y sentimos frío, debemos abrigarnos. En primavera todo está mejor y en otoño nos preparamos para el frío.
Lo anterior lo vivimos en forma natural, pero debemos saber que esos cuatro periodos climáticos se desarrollan de acuerdo al año solar. Así, la existencia de la primavera, del verano, del otoño y del invierno se debe a la posición de la Tierra respecto al Sol, ya que la Tierra se mueve (se traslada) de un lugar hacia otro alrededor del sol describiendo una elipse.
El movimiento de traslación es el movimiento que realiza la Tierra alrededor del sol y que demora un año en completar.
Pero hay un detalle. Las estaciones, por supuesto, tienen su base en el movimiento de traslación de la Tierra, pero NO en la mayor o menor distancia que exista de nuestro planeta al Sol pues, si así fuera, no se explicaría cómo es que, cuando en el hemisferio norte (boreal) es invierno, en el sur (austral) es verano, y viceversa. Tampoco se entendería por qué cuando la Tierra está más cerca del Sol (perihelio) es invierno en el hemisferio norte y, cuando está más lejos (afelio), es verano en el mismo.
Al ir rotando en el transcurso del año, el hemisferio norte (boreal) se va alejando del sol en tanto el hemisferio sur (austral) va acercándose.
El fenómeno de las estaciones tiene, entonces, su causa directa en la inclinación que posee el eje de la Tierra respecto a su plano orbital alrededor del Sol.
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